Una, dos, cinco, diez estrellas… y el
fresco resoplar en la oscuridad ¡Qué alivio tan irónico!
Hacía calor ahí adentro, por un poco
de viento salimos a la terraza. Tendidos sobre el antiguo colchón de
plumas, busqué refugio entre sus cálidos brazos y descansé mi
cabeza sobre su pecho.
Un bosque, un cielo despejado, pero
nos amenaza con llorar. Un instinto lujurioso, se apodera de nosotros
en aquella noche, listos para susurrarnos tiernamente nuestro sentir.
El polvo se revuelve, las ramas de los árboles cantan y mi cuerpo se
estremece. Y luego, cual niña encaprichada pide un cuento antes de
dormir, le pido por favor que me relate nuevamente, cómo se sentía
cuando nos besamos esa tarde del trece de mayo. Su voz es el canto
más dulce que mis oídos puedan concebir, y así, el mundo de los
sueños me llama, me suplica que una mis párpados y me deje llevar,
me pide, me grita ¡Me aclama! …Me rindo.
Despertares junto a vos, son los
mejores y los únicos que desearía tener, cada día de mi existir.
Junto a tu barba naciente, tus ojos hinchados y esos besos
esponjosos, inexplicables.
Es la sábana sudada que rosa mi piel,
tus manos traviesas y toda la deliciosa, adictiva textura de tu
cuerpo, de cada rincón de tu ser. Es la exaltación de mis sentidos
a la hora de los besos en la oreja. Es mi excitación por verte cada
tarde que no estás, cada mañana que no despertás, cada noche que
no dormís. ¿Realmente existís cuando no te percibo? ¿Sos real,
tangible, humano, sensorial? ¿O provenís de los rincones más
descabellados de los sueños?
Quiero afirmarte, realizarme,
consentirme, complacerte. Quiero creer que de cualquier tipo de
feminidad existente, la mía es la única, la especial, la
elegida. Quiero sentir, que tu expresión va más allá de
tu nihilismo inherente de la realidad material que te rodea, te
contempla y aprisiona. Que entre muchos propósitos posibles de
adjudicarle al paso por el orbe, yo represento uno de ellos.
¿Sos capaz de advertir la
magnitud del cariño que te tengo?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario