lunes, 19 de agosto de 2013

Vientos cálidos

Una, dos, cinco, diez estrellas… y el fresco resoplar en la oscuridad ¡Qué alivio tan irónico!
Hacía calor ahí adentro, por un poco de viento salimos a la terraza. Tendidos sobre el antiguo colchón de plumas, busqué refugio entre sus cálidos brazos y descansé mi cabeza sobre su pecho.
Un bosque, un cielo despejado, pero nos amenaza con llorar. Un instinto lujurioso, se apodera de nosotros en aquella noche, listos para susurrarnos tiernamente nuestro sentir. El polvo se revuelve, las ramas de los árboles cantan y mi cuerpo se estremece. Y luego, cual niña encaprichada pide un cuento antes de dormir, le pido por favor que me relate nuevamente, cómo se sentía cuando nos besamos esa tarde del trece de mayo. Su voz es el canto más dulce que mis oídos puedan concebir, y así, el mundo de los sueños me llama, me suplica que una mis párpados y me deje llevar, me pide, me grita ¡Me aclama! …Me rindo.
Despertares junto a vos, son los mejores y los únicos que desearía tener, cada día de mi existir. Junto a tu barba naciente, tus ojos hinchados y esos besos esponjosos, inexplicables.
Es la sábana sudada que rosa mi piel, tus manos traviesas y toda la deliciosa, adictiva textura de tu cuerpo, de cada rincón de tu ser. Es la exaltación de mis sentidos a la hora de los besos en la oreja. Es mi excitación por verte cada tarde que no estás, cada mañana que no despertás, cada noche que no dormís. ¿Realmente existís cuando no te percibo? ¿Sos real, tangible, humano, sensorial? ¿O provenís de los rincones más descabellados de los sueños?
Quiero afirmarte, realizarme, consentirme, complacerte. Quiero creer que de cualquier tipo de feminidad existente, la mía es la única, la especial, la elegida. Quiero sentir, que tu expresión va más allá de tu nihilismo inherente de la realidad material que te rodea, te contempla y aprisiona. Que entre muchos propósitos posibles de adjudicarle al paso por el orbe, yo represento uno de ellos.

¿Sos capaz de advertir la magnitud del cariño que te tengo?